miércoles, 11 de julio de 2012

Paranoico



Tal vez sea porque a lo largo de estos últimos años he acabado compartiendo cama con muchas mujeres comprometidas. Quizás es porque en mis relaciones anteriores siempre he sido yo el padre Bambi. Es probable que hayan influido un poco esas conversaciones que he tenido con algunas chicas, que se justificaban de haber sido infieles diciendo: “cuando una mujer pone los cuernos está bien, porque si lo han hecho, es porque ven que hay problemas, en cambio los hombres ponen los cuernos porque quieren follar”. Es factible pensar que cuando he escuchado a una estúpida preguntar: “¿pero porqué besar a alguien de tu mismo sexo también son cuernos?” me haya tocado un poco los huevos. No sé si serán paranoias mías o que todo sea un cúmulo de todas esas pequeñas cosas, de esas cosas y de saber que cuando a un hombre le apetece mucho follar, o que cuando un hombre se obsesiona o se enchocha, los argumentos capitalistas de la “propiedad” espiritual del sexo adheridos al amor por llamarlo de alguna forma, (no pretendo ser machista) pasan ajenos al cazador de ganado que consciente o inconscientemente genera venados astados en los mansos machos tranquilotes y huevotes.

Es decir, en palabras más sencillas, que estoy tan acostumbrado a ver mujeres poniendo los cuernos por que sí, ya sea por estupidez, porque “hay problemas” o por que yo que sé que nueva y estúpida excusa feminista se les habrá ocurrido esta vez o porque total: es un hombre, a quien le van a poner los cuernos es a un hombre y seguramente, si no lo ha hecho ya lo hará algún día porque somos unos cerdos...

He vuelto a divagar. Lo que quiero decir es que estoy tan acostumbrado a ver mujeres infieles y a ver a tíos persiguiendo mujeres “ocupadas” que yo, me estoy volviendo paranoico, porque ahora veo a un chico mirando a mi chica y entiendo el significado de la palabra celos.

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