sábado, 24 de septiembre de 2011

Odio

Una vez estaba durmiendo, no recuerdo si soñé o no, solo sé que me fui a dormir después de una gran discusión con una chica, eran bastante comunes las broncas en aquella relación, seguramente una de las más insanas que haya tenido nunca. Tenía mis motivos para estar cabreado y tenía muchísimas ganas de destrozar cosas. Yo nunca he sido una persona violenta, pero a veces una relación puede ser tan enfermiza que trastoque completamente tu forma de ser. Para relajarme intente dormir y parecía funcionar...

Recuerdo que de niño en un par de ocasiones muy puntuales he sido sonámbulo, muy pocas, una vez que fui andando hasta el patio de casa de mi abuela dormido desde el piso de arriba y en otra ocasión, saltando en un sofá dormido. Pero son las dos únicas experiencias que he tenido, y nunca más había tenido ningún otro momento de moverme durmiendo, es más soy una persona que por norma general se despierta en la misma posición en la que se acuesta. Pero aquella noche sentía tanto odio que...

A veces lo pienso y me asusto, cuando me levanté estaba golpeándola, dándole puñetazos con todas mis fuerzas contra la pared y estrangulándola, al principio lo estaba haciendo dormido, cuando desperté estaba disfrutando y aun ni siquiera veía, mi mente estaba convencido de que era ella y yo disfrutaba de un placer demencial, ya que una parte de mí estaba convencido de que la estaba matando, al cabo de poco, vi que aquello era realidad y me asuste demasiado mis ojos ni siquiera se habían abierto pero sabía que ella estaba muriendo en mis manos, tenía miedo de lo que pasaría después y de lo que estaba haciendo, quería parar pero el mundo sería un mundo mejor si ella estaba muerta.

Poco a poco iba abriendo los ojos, quería parar desde hacía rato, pero no era capaz de controlar ninguno de mis movimientos, al tener los ojos abiertos vi como estaba golpeando la almohada, fue un momento de tranquilidad, aunque mi mente estaba convencido de que la mataba a ella, solo estaba destrozando mi almohada y eso era bueno. Yo no acabaría en la cárcel y ella no acabaría muerta. Decidí relajarme pero no podía, decidí parar, pero no podía, mi cuerpo respondía solo, mi mente estaba lucida pero mi cuerpo actuaba de forma demencial y autómata, no podía controlar nada, al cabo de unos minutos conseguí girar el cuello al espejo y vi mi cara casi desfigurada por el odio, aquel tipo ni siquiera parecía yo. Fue el odio más grande que jamás he sentido. Minutos después mi cuerpo se cansó, y mi mente recupero parte de su control, estaba demasiado extenuado como para hacer nada, pero al menos fui capaz de parar.

Me dolía mano y agradecí que esa noche no durmiera conmigo. Pocos días después la relación más enfermiza que he tenido en mi vida se acabo.

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