Resulta que hay una leyenda urbana budista que decía que el sentimiento de un lugar se queda impregnado en el agua, y en un documental después, hizo un estudio que dice que es muy posible que eso sea cierto. Yo, esto lo descubrí porque me lo contó una amiga, resulta que en su casa tiene una botella de agua, traída desde yo que se que templo budista... el caso es que con el agua de ese botella echo un poco en otras botellas y las cualidades “bondadosas, felices y agradables” de esa agua, se traspasaron al agua de las demás botellas.
A mí, la verdad, me sabía a agua normal y corriente, lo único que sí note es que a la mañana siguiente se me durmieron las manos.
¿Y que tiene que ver esto conmigo? Desde septiembre o así, tengo la misma botella de agua al lado de mi cama y siempre la relleno, esa botella tiene que estar rellena de sentimientos: “sexuales, impulsivos, emotivos, nostalgia, melancolía, pensamiento y...” No sé, de todo. Así que siempre la relleno antes de que se acabe, es como: mí propia y personal agua diamantina.
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