miércoles, 8 de junio de 2011

Carretera y manta


Después de dos horas hablando por teléfono con una chica preciosa, no podía parar de pensar en ella, ni en lo bien que me había caído, ni en que: hacía mucho tiempo que no me pasaba dos horas hablando con una chica por teléfono.

Como una pastilla efervescente en un vaso, mi estomago estaba empezado a criar en mi barriga, esas mariposas otra vez. Como antes. Esas mariposas que en algún momento se convierten en gusanos devoradores de alma. Quería llegar a mi cama para poner en marcha el ritual de masturbación. Pero ahora, era ella, esta nueva chica, la niña increíblemente linda.

Tumbado en mi cama me abrazo a la almohada pensando que la tengo cerca, que me quiere en voz baja sin contármelo a mí, para cuando esta entrada esté colgada, yo, habré pasado la tarde anterior con ella (es lo bueno de programar las entradas) y estaré descubriendo si mi bunker funciona. De no funcionar estaré en la ruta de viaje, hacia la misma historia de siempre... o tal vez no.

Aunque realmente me gustaría encontrar la manera de ser feliz sin acabar siempre en la misma carretera. Porque yo sinceramente prefiero no acabar en la carretera, me dan miedo los coches.


No hay comentarios:

Publicar un comentario