La fiesta por excelencia de los niños, pero ya no “semos”
niños. Ves a los mocosos, jugando, riendo y esperando con ansia sus juguetes y
es donde más se nota toda esa ilusión de la que hablan. A mí no me gusta
especialmente ni la Navidad ni los niños, pero considero que mi deber racional como
ser humano y ser vivo que soy, son: Nacer, crecer, reproducirse y morir.
Ya nací, ergo estoy vivo y soy un ser vivo, todas esas
responsabilidades también son mías ahora, ya crecí que fue la parte más
divertida, ahora estoy en espera al momento reproductivo, es la única forma que
tenemos para creer que algo mío sobrevivirá a mi muerte. Sinceramente si no
tuviera que morir nunca, tal vez no me molestaría en reproducirme. Por eso a
pesar de que no me gusta los niños. Quiero algún día tener hijos. La verdad es
que creo que las relaciones monogámicas son anticoherentes con el ser humano y
su naturaleza, pero si que le veo una función reproductiva importante: Generar
estabilidad emocional para una cría humana.
Después de estas navidades me he despertado y no hay regalos de Papa Noel, ni Santa Claus a los
pies de mi cama, seguro que cuando llegue el día de Reyes tampoco.
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