sábado, 19 de marzo de 2011

Monopoly

Una vez estaba en mi cama jugando al Monopoly con una chica. La partida estaba bastante compensada para ser del Monopoly, ya que, normalmente, uno tiene la hegemonía del tablero mientras que el otro, solo pierde. Pero aquella vez en concreto, todo estaba sencillamente equilibrado.

Los dos dados de seis bailaban en mi mano, y acababa de pagar 20.000 del impuesto de lujo, los dados sacaron una ridícula tirada de 3 en total. Pase por la casilla de salida y cobré los 40.000 y me coloqué en la Avenida Cataluña, esa calle barata que está al lado de la casilla de salida y que cuesta unas ridículas 12.000 Pesetas. Solo 2.000 pesetas más de lo que me costo en su día la Game boy color.

Entonces comenzó una de las peleas más sin sentido que he tenido el placer de disfrutar en mi cama, cuando esa chica comenzó a gritarme: “¡Has sacado el tres apropósito! ¡Querías caer en esa casilla solo para joderme esa calle que sabes que me gusta! Lo has hecho con maldad, apropósito. Hijo de puta. Yo que había confiado en ti.”

Anonadado me hallaba, tomándome dichas difamaciones a broma, hasta que después de unos 5 minutos de insulto, la chica se fue de mi casa enfadada, tras partir mi Monopoly en dos y lanzármelo junto con las casas y hoteles que en esta se encontraban.

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