Tuve un sueño preciosamente horrible días antes de que empezará Septiembre. ¿Qué porque digo que es preciosamente horrible? Porque era un sueño precioso, perfecto, estupendo, genial increíble, asombroso, maravilloso, sobresaliente, superlativo. Pero solo tenía un único defecto, que al despertar, toda esa perfección era un sueño y era como perder el paraíso de repente.
Estaba con una chica en su casa, era una ex, una ex a la que siempre querré y quiero. Y nos habíamos reconciliado, estaba en su casa comiendo arroz, con ternera, cosa que me sorprendió y estaba hablando de cómo iba mi vida. No sé como habíamos arreglado las cosas y todo estaba perfecto. El único problema es que yo no sabía que iba a ser de mi futuro profesional y estaba hablándolo con ella, sonreía como cuando estaba conmigo, hablaba como cuando me quería y me insultaba con la misma gracia. Todo era perfecto y precioso, hasta el sueño estaba lleno de detalles realistas y perfectos. Como cuando su compañero de piso y amigo, “me advirtió” que tuviera cuidadito.
Me hizo gracia, pensé: ¿Cuidadito yo? Pero si yo no hice nada, fue ella la que me rompió el corazón.
Y todo era perfecto, de hay la parte de preciosamente. La parte de horrible viene luego. Cuando me despierto por la mañana y estoy tirado en mi cama y sé que todo aquello era un sueño. Que no hablo con ella, que no sé nada de ella, que no me quiere, que no come conmigo, que no me insulta con una sonrisa, que ya no hay nada entre nosotros esa es la parte de horrible. Por eso ese sueño en mi mente es el sueño preciosamente horrible.
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