Bien, el caso es que la escena es la siguiente: Yo, entrando en mi habitación mientras me quito la camiseta, los pantalones verdes que eran los únicos limpios que me quedaban y los calzoncillos, los zapatos ya me los había quitado por el camino. Seguía pensando en esa chica solo que ahora pensaba: “¿para que he ido?”
Estaba cansado y me deje caer tirado en la cama. Afortunadamente me equivoqué en que la vería apoyado desde una farola viendo como se lía con alguien mientras me auto preguntaba ¿para que estoy aquí? Desgraciadamente ni si quiera la vi, es más ni siquiera vi la fiesta que se suponía que había. Yo quería intentar ligar con ella, seguramente me hubiera comido una mierda pero tenía ganas de decirle: Sé que te conozco desde esta tarde, pero me has caído genial, eres la leche, en serio, no sé porque pero tienes algo que... sencillamente: Me encantas. Y además eres guapísima.
Es curiosa esa extraña sensación de que vas a comerte una mierda cuando intentas algo con una chica que te gusta de verdad, da igual que la cosa valla sobre ruedas o no, pero uno no deja de pensar que se va a comer una mierda. Creo que esa es la incertidumbre que hace que no podamos ser objetivos en el amor. Y es una mierda porque a mi me gustaría jugar sabiendo las posibilidades que tengo.
Debería estudiar estadistica.
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