Y yo estaba en mi habitación con la maleta tirada en el suelo y las cosas desordenadas todavía mirando unos calzoncillos que estaban tirados al lado de la maleta que todavía seguía ahí tirada sin recoger desde que volví de Nerja hace semanas. Examinaba minuciosamente los calzoncillos que iba a ponerme porque iba a ir a una fiesta que no me apetecía para ver a una chica que acaba de conocer, cogí unos pantalones verdes que estaban limpios y en ese momento fue cuando me di cuenta de que esa chica podía gustarme un poco.
Iba a ducharme, iba a ponerme ropa interior limpia, iba a ir a una fiesta que no me apetecía ir para verla un ratito, entonces sonreí y me sorprendí a mi mismo mirándome al espejo y una voz me dijo: “No cambias”.
Y corrí para escribir esta entrada, aunque no fuese a colgarla hasta dentro de muchos meses, para recordar siempre este momento.
Después pensé que no intentaría nada y que seguramente la vería apoyado desde una farola como se lía con alguien que seguramente me caerá mal y me auto pregunte: “Si voy hacer eso ¿Por qué voy?” Bueno tendré que ir para descubrirlo
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