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Estaba en el salón con una de las chicas más preciosa que he conocido en mi vida.

Ella es un niñata estúpida vacía que se merece el cielo. Pero... ¡Ay! Quien fuera dios para dárselo. A mitad de una tarde increíble con ella, la cogí en brazos y me la lleve a mi habitación. La tiré encima de la cama y me eché encima de ella. Y no, no paso nada. Ella no quería y yo respeto sus decisiones, aunque algo me decía que si que quería...

Es una tía maja estupenda y por eso y porque se lo merecía, le pegué una bofetada. No me gusta pelearme, pero quiero volver a quedar con ella para pelearme con ella. Y me gustaría besarla algún día. Después de pasar media tarde con ella, estaba convencido de que... bueno, me gustaría ser alguien importante en su vida, no sé como explicarlo, algo más importante que un tipo, un amigo, un tío que se follo una noche o cualquier cosas de esas. Por eso ella, puede ser una chica digamos: Peligrosa.

Quiero tener con ella una c***, dedicarle mis coqueteos, besarla (en la boca), abrazarla (en el corazón), e intentar ser lo quiera que sea que pudiera necesitar. Porque tiene mucho paralelismos con la que ha sido por años mi amor platónico idílico, que, ha día de hoy, es solo mi un amor idílico porque según platón el amor no puede ser platónico si ha habido sexo. Y que demonios, también porque es especial, mucho, ¡Muchísimo! Es la única tía con la que en casi un año después de lo de mi ex, podría hacerme sentir lo que ¿necesito? ¿Quiero? No sé.

Y me da igual que no pase nada en esa ci** que voy a tener con ella de aquí a tres meses. Merece la pena intentarlo. De hecho, creo que es de las pocas chicas que no me importaría que me rompieran el corazón.