Una cosa que me di cuenta al poco de tener novia, es que mi
vida, había descendido varios puntos de peligrosidad. Las cosas son mucho más
tranquilas cuando al otro lado de la puerta de la habitación no te están
esperando escondidos en algún lugar del mundo, un novio celoso, un hermano
obseso o una mujer desquiciada.
Con novia, de pronto, todo estaba más tranquilo, más
estancado. Relajado.
Incluso se rompió una ley inmutable de la realidad. Esa
regla que dice que cuando tienes pareja todo el mundo te desea más. En mi caso
no ha sido así, esta vez. Siempre cuando uno se hecha novia, de pronto surgen
mujeres de todas partes confesándote que durante muchos años han deseado darte
placer oral en tus testículos, y que es una lastima no poder ejercer ese
derecho ahora. Con todas mis parejas, eso fue así. Pero esta vez no. Nadie ha
surgido detrás de una ventana de chat para intentar seducirme como cazadoras
furtivas. Más bien al contrario. Pareciera que aceptarán de buena gana que la
temporada de caza se hubiera acabado. Sospechoso ¿Verdad?
Un día, hablando con una amiga, ella me dijo que me cansaría
de todo, tarde o temprano. Me dijo que yo ya había probado la libertad total, y
sé como moverme en ella. En su teoría exponía que si ninguna cazadora furtiva
ha saltado al acecho. Es porque piensan que yo acabaré libre tarde o temprano y
por eso no se mueven.
O sea, que las mujeres solo te atacan de forma furtiva
cuando piensan que ya han perdido su oportunidad para siempre, no cuando
piensan que podrían tener lo que quieren tarde o temprano. No voy a gritar
¡Sabed, zorras, que siempre estaré con mi novia! No voy a gritarlo porque solo
hace falte que una persona de por sentada una situación para esa situación se
rompa o cambie. Pero si hay algo que quiero gritarles a las cazadoras furtivas
que no cazan por ese motivo o a las furtivas que intentan cazar a otros nobles
hombres. Yo, les grito: ...
Mejor no les grito nada, vaya que mi novia me deje y después
nadie quiera follar conmigo.
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