Cuando uno se está enamorando siente una angustia muy fuerte, como dos puños cerrándose con fuerza contra el pecho, que casi no dejan respirar.
Más bien es como un solo puño agarrando con fuerza el corazón, un puño cuyo brazo te han metido por la boca y notas en la garganta. Y es horrible, pero esas cosquillas tienen que hacerte sentir bien de alguna forma, porque si no, no me explico como asfixiándome y con el corazón encogido puedo ser feliz. Y ese calor en las mejillas que parece que se convierten en el centro hacia que quieren ir todas las zonas de tu cara, porque la sonrisa aparece, la comisura de los labios sube y las lagrimas quieren bajar si ella no esta cerca. Es entonces cuando esa angustia se convierte en obsesión y creemos que estamos enamorados, que la queremos, es entonces cuando yo me preocupo y niego lo que siento y finjo que no pasa nada y entonces deja de preocuparme pero en realidad la angustia sigue ahí solo que escondida y entonces en un momento dado ¡CATAPLAF! la quiero más.
Y ahora...
Es el borde del precipicio, yo siempre salto esperando volar, porque los sueños tienen alas, la esperanza tiene alas, la libertad tiene muchas alas, la locura también tiene muchas alas. Pero yo soy humano, son solo los pájaros los que tienen alas, los pájaros y los insectos.
Ojalá saltara y nuestro amor fuera como una cucaracha con alas, porque las cucarachas sobreviven sin cabeza durante 8 días, y podrían vivir si no se muriesen de hambre y son capaces de sobrevivir a una bomba nuclear y a la radioactividad.
Ojalá me quieras y nadie nos pegue un pisotón porque seamos asquerosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario